Emanuel, Dios a través de nosotros

Emanuel, Dios a través de nosotros

Jorge

Pastor

Jorge

Pastor

El joven oficial y sus soldados estaban bajo un fuerte ataque enemigo. Él había perdido todo contacto por radio con su comandante, que se encontraba a 40 kilómetros de allí. Al considerar su situación, tal distancia bien podría haber sido el otro lado del mundo, ya que, en efecto, estaba al otro lado de las líneas enemigas.

El oficial sabía que los refuerzos podían ser enviados para librar a su compañía del ataque y salvarles la vida, si tan solo lograba enviar un mensaje a su base. Pero su radio estaba muerta. Entonces recurrió a su última opción: en un pedacito de papel garabateó una nota que describía brevemente su posición y su situación.

Luego sacó suavemente a una paloma de su jaula. Él había traído consigo esta paloma para una situación como esa. Ató el papelito a la pata de la paloma y la soltó. De inmediato, la paloma empezó su ascenso en círculos, y después de tan solo unos segundos escogió su curso y voló en una línea recta hacia la base, el único lugar de esperanza de salvación para los hombres de aquel joven oficial. Veinticinco minutos después, la paloma aterrizó en el alféizar de la ventana del comandante.

Cuando el comandante recogió con ternura al pajarito, no solo descubrió la nota sino también que la nota iba atada a la única pata que el quedaba a la paloma. La otra había sido desecha por el fuego enemigo, y su pecho había sido herido por una bala. En cuestión de minutos sus hombres iban camino a rescatar con éxito a los soldados atrapados; también en cuestión de minutos se dio atención médica para salvar a la paloma que había arriesgado su propia vida por salvar a otros.

Esta narración está basada en eventos reales de la Primera Guerra Mundial. En el transcurso de la historia las palomas se han usado para enviar mensajes, incluso hasta en la década de 1950, durante la Guerra de Corea. Las palomas tienen la habilidad casi sobrenatural de volar directamente hacia la casa de su dueño desde cualquier distancia hasta mil kilómetros, aun cuando no tengan una forma aparente de saber en dónde están. La ciencia moderna sigue sin poder explicar cómo una paloma puede instintiva e inmediatamente volar hacia su amo desde cualquier ubicación, y a pesar de cualquier obstáculo que encuentre en el camino. Los científicos saben que las palomas tienen la habilidad de ver cosas que los humanos no vemos.

En el Cantar de los Cantares 1:15 el Rey le dice a su amada que sus ojos son como palomas. Es evidente que esto es una parte clave de su belleza. Esos son los ojos espirituales que el Señor desea crear en nuestro hombre espiritual. Son los ojos que se vuelven a Él continuamente, y se enfocan en Él sin importar en dónde estén, qué sea lo que haya a su alrededor, o cuántas dificultades se pudieran estar enfrentando en la vida. Conforme aprendemos a volver siempre nuestra mirada hacia la belleza de Jesús durante el día, sin importar las distracciones, nuestros ojos llegarán a ser más y más como palomas. Así, conforme Él se vuelva más y más hermoso para nosotros, nosotros nos haremos más y más bellos para Él.

Así como el Señor les ha dado a las palomas la habilidad de ver lo que los hombres no ven, Él puede hacer que nuestros ojos también vean lo que otros no ven. El puede darnos una visión de Sí Mismo, y de la esfera espiritual, de la mima forma en que hizo que Moisés viera lo invisible (Hebreos 11:27). Si tu visión siempre está llena de cosas terrenales, pídele al Señor que te dé ojos que sean como de paloma; ojos que pronto vuelvan a enfocarse en Él, sin importar las distracciones de la vida. Esos ojos espirituales podrán verlo a Él en cualquier situación, aún cuando todo alrededor solo sean problemas.

El Señor puede hacer que nuestros ojos vean a Aquel que reina soberanamente sobre todo y en todos, aun cuando todo parezca ir mal, y las balas enemigas pasen volando en todas direcciones. Cuando la vista y la mente de los demás estén fijas en los problemas que los rodean, o cuando vean al diablo en medio del horno de fuego, el Señor puede darnos ojos para ver al Hijo de Dios en medio de ese mismo horno de fuego. ¿Pueden ver tus ojos al Rey y el Reino de Dios cada día, o está bloqueada tu visión por las vanidades ilusorias del mundo actual?

Jesús declaró que un hombre empieza a ver el Reino de Dios cuando nace de nuevo. Con la experiencia del nuevo nacimiento empezamos a formar parte de la esfera celestial. Nuestros ojos espirituales son abiertos por primera vez, y vemos que la única vida que vale la pena vivir es aquella que se pierde en Dios, y está totalmente rendida a Él. Un cristiano que acaba de nacer de nuevo está lleno del primer amor, y su visión celestial es repentinamente tan clara, que solo puede pensar y hablar acerca de Jesús.

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